martes, 24 de marzo de 2009

Antecedentes I


Si ustedes están de acuerdo, antes de proseguir, quisiera poner blanco contra negro, algunos conceptos, para que podamos avanzar con menos dificultad, en este proyecto de investigación.

Empecemos por hablar de hechos. Hecho. La América Prehispánica se encontraba totalmente dividida y fraccionada a la llegada de los europeos. Había una gran diversidad étnica.

Se podría decir que existían dos grandes Imperios (por dar una libre interpretación de este régimen político). El Azteca, en el Centro-Norte de América y el Inca en el Sur de América.

Además de ello existían diversos grupos étnicos. Algunos de ellos colaboraban en calidad de aliados, amigos, otros eran sometidos y no tenían más posibilidades que aceptar la supremacía de los Incas o Aztecas, y otras eran abiertamente enemigos. Por supuesto que había “tribus indígenas” que no tenían nada que ver (un ejemplo de ello son las que habitaban en el actual territorio del Brasil). Bien. En resumidas cuentas, los indígenas estaban muy lejos de un concepto de fraternidad. Había lucha, “esclavos”, guerra y sacrificios humanos. Si bien no lo eran a la medida europea. Justamente fueron los grupos más belicosos los que prosperaron y lograron imponerse por sobre los demás.

Así es como al arribo de los españoles, aquellos grupos étnicos que se encontraban agobiados por el yugo azteca o inca vieron en los europeos una posibilidad de reivindicarse. Pergeñaron alianzas incómodas, y arriesgaron mucho. Sólo fue con el transcurso del tiempo que se dieron cuenta que separados no iban a llegar lejos.

Hablemos de los Incas. Su estado (Tawantisuyu) estaba gobernado por un Inca, el verdadero Inca. Era una confederación de ciudades que se ayudaban recíprocamente. Tenían nobles, e internas políticas igual que cualquier otro aparato de gobierno. Obviamente Cuzco era la capital imperial y de allí emanaban las grandes decisiones hacia las más pequeñas.

Los conquistadores vieron que no necesariamente existía un estado central unitario, sino que el poder de la capital se sustentaba en la presión y obediencia de las comunidades sometidas; y aprovecharon muy bien la figura del jefe de las mismas (kurakas). Estos caciques no necesariamente se enriquecieron con los europeos, pero al menos conservaron una cuota de poder, a cambio de aceptar las nuevas autoridades. El primitivo estado americano se basó en gran medida en las bases del antiguo poder imperial incaico, sustentadas por las tradiciones y cosmología indígena previa, ahora tergiversadas y adaptadas a la nueva realidad. Las garantías sociales que antes daba el Tawantisuyu habían sido pervertidas convenientemente por los nuevos amos.

Con el correr del tiempo estos adelantados (conquistadores de capital privados) fueron desplazados por funcionarios reales de España. Surgen así los Virreinatos.

Corrían los años y la necesidad de mayor efectividad reclamado por el Plan de Reformas Borbónicas trataron de constituir un estado con pesos y contrapesos y dividieron los virreinatos de forma tal que ni se les ocurriera a los criollos (españoles nacidos fuera de ese país) pensar en mayores grados de independencia. El sometimiento debía ser tal. Les vedaban el ingreso a puestos públicos que representaban una importante fuente de honores y claro, dinero. España comenzaba así una carrera desigual contra la mayoría, porque los criollos dejaban de sentirse españoles para comenzar a percibirse como americanos.

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