viernes, 23 de abril de 2010

Efecto Cardumen


Dentro del dilatado territorio de América Latina podemos encontrar desde especies animales y vegetales hasta culturas nacionales realmente peculiares.
Ya en las últimas décadas del siglo XVIII y principios del XIX ciertos investigadores del viejo continente creyeron que los animales americanos estaban atrofiados y eran menos desarrollados que los europeos. Pasando al plano político, es obvio que muchos piensan de igual forma, incluso aquí.
Nuestro subcontinente está marcado a fuego por una paradoja: homogeneidad en la diversidad. Una homogeneidad distintiva en su faceta política desde que se formaron las primeras juntas revolucionarias hasta hoy, nos hace reflexionar acerca de la dinámica de la dirigencia en esta región del mundo.
Cuando se erigió la junta de gobierno en Caracas en 1810, no tardó en reproducidirse como un eco, en Buenos Aires, Santiago, La Paz y hasta Lima, último territorio realista.
Y cuando las botas del autoritarismo sonaban fuerte al marchar en los sesenta y setenta, no quedó rincón en esta tierra sin sentir su agoviante peso.
Pero ¿Cómo se explica la coherencia o similitud en las políticas en la mayor parte del continente, tanto liberales o progresistas? ¿Existe un patrón?¿Es sólo una casualidad? ¿Se trata de conveniencia?. No puedo dar respuestas a estas preguntas, pero sí hipotetizar.
Esto es lo que yo llamo el "efecto cardumen". Cual si fueran peces en un basto océano rodeado de corales exóticos y pulpos misteriosos, el cardumen va hacia un lado u otro sincronizadamente, alejándose del peligro que acecha.
Los procesos autonómicos de la construcción de nacionalidad y la ciudadanía, en oposición a lo otro (lo español, frente a lo americano) haría suponer que los propios aparatos estatales fueron delineando sus costumbres, contrapuestas aunque similares.
Estos países tan disímiles, son similares para los ojos extranjeros no calificados que lincluso les cuesta retener los nombres de cada uno de ellos.
Desde el inicio hasta el final, las naciones fueron imitándose unas a otras, muchas aspiraban a ser cultas como Francia, disciplinadas como Alemania y pujantes económicamente como Inglaterra,. No obstante todas se enfrentaban a la más chocante realidad, para las élites que gobernaban. Sus respectivos países nunca serían como las naciones europeas que tanto admiraban. Ni los gauchos o llaneros eran obreros calificados (¿o disciplinados?), ni los terratenientes latifundistas del café y el azúcar eran empresarios textiles como los británicos.
Al volver a la actualidad, si bien hay excepciones, seguimos siendo como una manada de países. Vale la pena destacar que en este tipo de agrupamiento animal, sólo cuando la sincronización de alguno de sus miembros falla es cuando el atacante puede devorarlo. Aunque muchas veces algun pez le muerde la cola a otro, pelea por una pequeña presa o por fertilizar los huevos de la hembra, sigue siendo un colorida asociación.
Mi pregunta es ¿Hacia donde va este cardumen? ¿Cuál es el tiburón que pretende tragarse la mayor cantidad posible de pececitos de un bocado? ¿Es acaso que este conjunto desea unirse para transformarse él mismo en un maravilloso y deslumbrante ser evolucionado, o por el contrario una especie de ameba amorfa, desproporcionada y sin metas? Sólo las políticas de integración y el tiempo nos lo podrán decir.